Desde que una es consciente de que está embarazada hasta que se decide a contarlo, pueden pasar días, semanas o, incluso, meses.
Sé de gente que, desde que lo sabe, no puede reprimirse y necesita contárselo a todo el mundo. Yo, más bien, soy todo lo contrario. De hecho, se lo contamos a nuestros padres (los de Alfonso y los míos) porque Alfon no podía esperar más, porque si es por mí, aún no lo sabría nadie más que mi ginecóloga. Soy bastante miedosa y siempre he preferido anunciar las cosas estando ya segura al 100%.
A día de hoy, estando de casi 8 semanas, lo saben nuestros padres, hermano y hermanas, algunos amigos de nuestros padres y alguno más que yo no sepa. De mis amigos, sólo lo sabe una amiga mía y porque me notaba rara desde hacía unas semanas y ya me lo preguntó a bocajarro. El resto, nada. Y soy consciente de que todos/as se alegrarían muchísimo con la noticia; incluso tengo amigas que me preguntan directamente que si ya las he hecho tías. Pero aún así, me resisto y me hago la loca.
Tengo ganas de que pasen ya los 3 primeros meses para poder contarlo con tranquilidad.
Hasta aquí la confesión del día. El próximo miércoles, prueba de la glucosa (curva larga).
Ciao!
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