Adiós, 2010. Hola, 2011

Siempre que llega Fin de Año tendemos a realizar un balance entre los propósitos que hemos conseguido y los que se han quedado por el camino.

2010 ha sido un año de finalizar etapas y de cerrar puertas. Ha sido el año en que me casé con Alfonso y dejamos atrás nuestra etapa de novios para comenzar una nueva vida en pareja (aunque ya llevamos 3 años de convivencia). También ha sido el año en que termino la carrera, aunque aún me quedan algún que otro crédito por finiquitar, pero ya no me paso jornadas enteras en la facultad y eso es un alivio.

Normalmente la gente suele ser propensa a agobiarse frente a los cambios en la vida, sin embargo a mí me gustan. No me gusta mucho la monotonía y tiendo a aburrirme y cansarme, por eso me gusta estar siempre haciendo cosas nuevas. Los cambios siempre suelen traer cosas buenas, incluso cuando esos cambios son impuestos por la propia vida (un despido, el fin de una relación, terminar un proyecto del que has disfrutado, etc), aunque a veces no seamos capaces de percibirlos desde un primer momento.

Quizás por esa necesidad de cambio, hace unos días decidí hacerme un corte de pelo bastante radical (he pasado de tener el pelo largo ha tenerlo muy corto) y Alfonso y yo hemos decidido cambiar el color del salón de naranja a gris y beige. La verdad es que estoy bastante satisfecha con ambos cambios y hacen que cada vez que esté en mi salón o me vea en un espejo, me sienta como que todo va a ir a mejor, sin importar lo dramático que pueda ser el cambio (el que no arriesga, no gana).

El 2011 lo veo como el año en que comenzaré nuevas etapas. Siempre trato de ser positiva y, aunque no sé qué me deparará el año, creo que será un buen año. Tengo muchos proyectos en mente. Quiero hacer un curso de fotografía y de photoshop, quiero hacer un curso de cocina (en especial, de repostería), quiero seguir aprendiendo idiomas (ahora mismo le estoy dando al portugués y me encanta) y quiero empezar a trabajar en lo que más me gusta, que es dando clases de inglés a niños. Tengo tantas puertas frente a mí que a veces me agobio un poco y no sé cuál abrir. En momentos así vuelvo a sentirme como lo chiquilla de 15 años que era, con esa sensación de inseguridad y de miedo por todo, pero sé que todo va a ir bien y, simplemente, me dejo llevar. 

Releo lo escrito y veo que me ha quedado un post un poco raro, un poco introspectivo... A veces me pongo a escribir y los pensamientos me brotan de una manera que me es complicado de ordenar en frases coherentes. Pero bueno, supongo que la mayoría de los blogers han tenido alguna entrada así.

Para finalizar, os pongo alguna foto de nuestro Fin de Año, que fue un poco atípico. Cenamos en casa de unos amigos de mis padres (amigos de la familia) y la cena fue en plan picoteo, de pie y sin protocolos ni formalidades. 

Un saludo!!!